Eucaristía, Luz y Vida
Hemos querido situar el tema principal de reflexión de la Revista Servicio en la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida cristiana. Lo hacemos en un tiempo lleno de desafíos.
Los atentados en Londres, con su secuela de muerte, sufrimiento y angustia, nos han hecho reflexionar sobre las motivaciones profundas de las personas, sobre la fragilidad de nuestra existencia y las consecuencias extremas hasta donde pueden llevarnos el odio y la violencia.
Mientras en otros países del mundo las legislaciones dan pasos peligrosos en la regulación de sus matrimonios, y las naciones poderosas se resisten a dar pasos significativos en favor de los países pobres donde la gente muere de hambre; nosotros sentimos un hambre de Dios y volcamos nuestra mirada a Jesús Eucaristía.
En Chile nos ha sacudido un terremoto, que golpea a una región donde se unen la rica tradición de nuestros pueblos originarios con el amor inmenso hacia el Señor y la Santísima Virgen María. Ni siquiera la solidaridad hacia los hermanos del norte grande ha logrado poner una cuota de mesura al exaltado debate público que, en vísperas de las elecciones presidenciales y parlamentarias, se enciende, en un festival de denuncias y contradenuncias, hasta barrer con los límites del respeto cívico.
Se preguntaba el Padre Hurtado, en un período no menos fácil de la historia: ¿Queremos solucionar los problemas del mundo? Y su respuesta era: Acerquémonos a la Eucaristía. El mundo está mal, porque falta amor; la Eucaristía es puro amor, amor que se inmola, amor que se anonada.
La Eucaristía es el gran alimento de esta vida, fortaleza para los débiles, estímulo para los oprimidos. De la presencia divina en el Pan y en el Vino consagrados nos nutrimos para fortalecer nuestro espíritu y nuestra fe. Comulgar nos anima a seguir creyendo, a seguir luchando con esperanza por días mejores para nuestras familias, para nuestra patria y nuestro mundo.
Porque vivir nuestro día como Cristo, ser Cristo para nosotros y para los demás. Eso es comulgar (Padre Hurtado). Iniciamos el Mes de la Solidaridad en recuerdo de la pascua del Beato Alberto Hurtado. La solidaridad del creyente en Cristo nace de su íntima comunión con Cristo Sacramentado. La misa es misión que debe prolongarse en una existencia consecuente con Cristo a quien comulgamos. Le pedimos al Señor, por la intercesión de este sacerdote santo que amó tanto a Chile y que pronto será canonizado, que la Eucaristía sea la luz y la vida que nuestra sociedad necesita para reencontrarse con su alma.