En mayo de 2021 el Papa instituyó el ministerio laical del Catequista, invitando a las Conferencias Episcopales a hacerlo efectivo, estableciendo un itinerario de formación y criterios normativos para acceder a él. Desde entonces personas y equipos de diversas diócesis se dispusieron a preparar una propuesta que finalmente fue dada a conocer a mediados de este año 2023.
A la luz de las orientaciones del Santo Padre, expuestas en su carta apostólica Antiquum ministerium, además del aporte del Dicasterio para el Culto Divino, y considerando además la experiencia de la Iglesia en nuestro país, la Conferencia Episcopal de Chile presentó orientaciones fundamentales sobre la misión, formación e institución de los ministros catequistas laicos, siempre en comunión y bajo la guía de los pastores.
A pocas semanas de hacerse público este documento, algunos agentes pastorales opinan sobre el aporte que podrían significar estos ministros catequistas a la Iglesia en Chile.
Acentuar el carácter vocacional del servicio
Para Manuel Kiyan, encargado diocesano de catequesis en Valdivia, aunque actualmente varias de las funciones establecidas para los ministros catequistas, en la práctica, ya las realizan los catequistas de base – como animar, conducir y coordinar los procesos de iniciación cristiana, colaborar en otros servicios pastorales como liturgia, acción social, ministros extraordinarios de comunión, entre otros- “Creo que los ministros catequistas pueden contribuir a “profesionalizar”, en el buen sentido de la palabra, la catequesis y a acentuar el carácter “vocacional” del servicio. Sin embargo, advierte también que se debería aclarar y/o acotar algunos aspectos del documento “pues tal como está redactado pareciera que se está creando una suerte de “semi diácono” o “diácono menor”.
Hacer vida la palabra “corresponsabilidad”
En tanto, para Viviana Valencia, integrate de la comisión arquidiocesana de catequesis de La Serena “el mayor aporte -si se lleva a cabo como se ha pensado desde el principio o por lo menos como dice el documento- va a ser a la mayor cantidad de laicas y laicos más capacitados ejerciendo servicios”. Agrega que esto puede optimizar el servicio pastoral en términos de “no tener que necesitar que el sacerdote esté en todo”. Explica también que “el ministro al tener la capacidad y posibilidad, ello le permitirá desarrollar actividades para lo que se está proyectando el ministerio”.
“Entonces, por un lado, hace que el laico, nosotros, trabajemos más, que hagamos vida la palabra corresponsabilidad. Vamos a tener que ser más corresponsables de por dónde vamos caminando y del avance o retroceso que vaya teniendo nuestra iglesia. Espero por un lado tener sacerdotes un poquitito más holgados, con un poco de menos pega, para ocupar ese tiempo en acompañar a los laicos, estar en sus parroquias, en sus comunidades, hacer vidas de patio, de pasillo, de mesa con los agentes pastorales. Tener más tiempo de visitar enfermos o estar en más lugares haciendo misa“
Una formación estructurada y consistente
Por otro lado, para el diácono Guillermo Cortés, encargado arquidiocesano de catequesis, Antofagasta, esto ministros “aportaran mayor profundidad en el saber y el quehacer pastoral porque tendrán una formación estructurada y consistente, como fruto de 2 años de formación. Actualmente el catequista se hace con cursos de pocas horas y a veces no obedecen a un plan estructurado y con objetivos específicos, sino mas bien se les dan herramientas mínimas”, agregó.
Finalmente, para Neva Cifuentes, directora del área eclesial de la CECh, a la luz de estas orientaciones y considerando además la experiencia de la Iglesia en nuestro país, el catequista laico, siempre en comunión y bajo la guía de los pastores, debiese animar, conducir y coordinar los procesos de iniciación cristiana de niños, jóvenes y adultos en una parroquia, decanato, diócesis u otra unidad pastoral.