Iglesia siempre misionera
Nuestros Obispos en el Documento conclusivo de Aparecida nos invitan a “recomenzar desde Cristo” y a sentirnos parte de una Iglesia que se manifiesta como “una madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera”. Esta invitación va abriendo con entusiasmo caminos de gracia en Chile y en el continente latinoamericano y caribeño.
La expresión “Misión Continental” ya empieza a formar parte de nuestra vida pastoral cotidiana y, en las comunidades eclesiales, se empieza a consolidar la percepción de que la Misión no es un evento más en nuestro calendario, sino que brota de lo más profundo de nuestra identidad de discípulos de Jesús. ¡Todo auténtico discípulo es misionero!
No es casualidad que la V Conferencia de Aparecida sea interpretada más como acontecimiento eclesial, que como una reunión común en la historia de los encuentros de los Obispos del Continente. Este impulso misionero que brota de este “nuevo Pentecostés” se propone renovar la vida de la Iglesia desde sus cimientos más fundamentales, es decir, desde nuestro encuentro con Jesucristo, el Señor, quien nos invita a la conversión en los distintos planos de nuestra vida personal, eclesial y social.
La vocación y misión del discípulo misionero, dos caras de la misma moneda en la vivencia de nuestra fe, nos interpela en la actual realidad de nuestros países y de su gente. En Chile, el tiempo de mayor sensibilización para la Misión en los agentes evangelizadores coincide con el último proceso electoral de nuestro primer siglo de vida independiente. Todo un desafío de poner el Evangelio en personas y acontecimientos que marcan “el alma de Chile”.
Nuestra conciencia de ser Iglesia siempre misionera ha tenido, en estos últimos meses, un ímpetu rejuvenecedor en las jornadas regionales conjuntas de las áreas pastorales del Episcopado: una experiencia viva de comunión fraterna; un tiempo para compartir diagnósticos y sueños, desafíos y proyectos; un paso importante para reflexionar y renovar la pastoral desde una dimensión misionera: salimos de nuestros templos y nos volcamos hacia tantos hombres y mujeres sedientos de ser escuchados y amados, que nos piden respuestas y propuestas de sentido y trascendencia para sus vidas.
Es el Señor de la Vida abundante quien nos envía a “anunciarle con ardor y a remar mar adentro en el mundo de hoy”. Que nuestra Madre del Carmelo nos ayude a ser fieles a nuestra vocación de Iglesia que se deja evangelizar, para ser fieles a nuestra misión de Iglesia que evangeliza.
† Santiago Silva Retamales
Obispo auxiliar de Valparaíso
Secretario General de la CECh