Representantes de Chile, reflexionan sobre los desafíos que nos deja el Sínodo sobre la Sinodalidad

Lunes 23 de Diciembre del 2024
La segunda sesión del Sínodo convocado por el Papa Francisco ha generado un espacio privilegiado para reflexionar sobre los desafíos del caminar sinodal de la Iglesia universal y en Chile. Los sinodales Valeria López y los obispos Fernando Ramos, Ricardo Morales y Carlos Godoy compartieron sus perspectivas en torno a cinco temáticas clave tratados en el Sínodo: la participación del Pueblo de Dios, mecanimsos de evaluación y transparencia, el rol de las mujeres, la sinodalidad como estilo de Iglesia y la formación espiritual; aportando perspectivas complementarias y coincidentes en diversos puntos.

Por Víctor Villa Castro

Participación del Pueblo de Dios
Valeria López
, Secretaria General Adjunta del Episcopado, destaca la riqueza de las consultas al Pueblo de Dios a nivel diocesano, nacional y continental, los que constituyen “uno de los aspectos más valorados por nuestras comunidades cuando se reflexiona en torno al camino sinodal”. Enfatizó que la Iglesia chilena tiene una vasta tradición de instancias verdaderamente sinodales, como las asambleas diocesanas y nacionales. No obstante, señaló la necesidad de metodologías formativas que aseguren la participación y la corresponsabilidad:“esos métodos no se pueden improvisar, hay que formarse y hacer un verdadero ejercicio del uso de los mismos. En estos procesos es muy importante la escucha, la paciencia, la gradualidad.”, afirmó.

Por su parte, el arzobispo de Puerto Montt, Fernando Ramos, reconoció el valor de estos procesos, aunque señaló dificultades para lograr una participación más amplia y equitativa, ya que cuando los procesos “son participativos, son más ricos, porque hay distintos puntos de vista, y a la vez van generando un sentido de pertenencia a la comunidad”, agregando que “la participación en la vida de la Iglesia, sobre todo de los laicos y laicas, es muy diferenciado. No todos los laicos y laicas tienen el mismo compromiso o la misma posibilidad de participar”. En definitiva, resaltó que ha sido una experiencia positiva: “ha sido un proceso que nos ayudó, concretamente en nuestra Iglesia chilena, a ir puntualizando y a ir definiendo distintos aspectos de la Asamblea Eclesial que hicimos el año 2022, que fue una experiencia muy rica, muy positiva y muy comunitaria”.

En la misma línea, sobre los aprendizajes obtenidos en las consultas diocesanas y nacionales, el obispo de Copiapó, Ricardo Morales, destacó que "el gran aprendizaje [...] es precisamente la consulta. El proceso implicó una escucha amplia que ha quedado refrendada en el documento del Sínodo como un elemento insustituible para la toma de decisiones de la Iglesia, considerando la vocación particular de cada uno". Morales subrayó que esta escucha debe ir más allá de lo estadístico y ser un reflejo de lo que "somos como Iglesia", enfatizando la importancia de fortalecer estructuras existentes para garantizar una verdadera participación “ocupando las estructuras que ya tenemos y que muchas veces o son desconocidas o no se ocupan”.

En tanto, el obispo de Osorno Carlos Godoy señaló que “el proceso sinodal ayudó a reavivar en la Iglesia ‘el espíritu Conciliar’, aquel espíritu que movió a los padres del Concilio Vaticano II”, afirmando que la Iglesiase hace más consciente de su llamado a anunciar el Reino de Dios y su justicia a todas las personas. Junto con ello, la Iglesia se ha cultivado en la escucha. Es decir, se ha colocado en un modo de mayor atención a lo que el Espíritu Santo está suscitando en ella". Godoy indicó que el desafío pendiente es profundizar en el discernimiento eclesial como un modo de proceder más familiar en nuestras comunidades cristianas, pues, el consejo parroquial debiese ser el organismo primordial de discernimiento, y no soloun mero receptor de informaciones o en un organismo que principalmente organiza las actividades de la parroquia y que prepara el calendario del año".

Evaluación, rendición de cuentas y transparencia
Respecto a la implementación de mecanismos de evaluación y transparencia, Valeria López propuso como primer paso la existencia formal y eficaz de consejos pastorales y económicos en todas las diócesis que “tengan sus respectivos estatutos, y que se revisen dichas estructuras, para hacer los ajustes que sean necesarios a efectos de que tanto su composición como su funcionamiento sean verdaderamente sinodales”. Agrega que la rendición de cuentas y la evaluación son características propias de una Iglesia sinodal que deben darse en dos sentidos: hacia y desde quien tiene la autoridad Para ello, insistió en la necesidad de acompañar a las comunidades en el diseño de herramientas que faciliten estos procesos: “Hay que crear un hábito de la rendición de cuentas y la evaluación, aún en las comunidades más pequeñas, y hay que acompañar a esas comunidades para el diseño e implementación de instrumentos que faciliten realizar ambas cosas”.

En una línea complementaria, el arzobispo Ramos reflexionó sobre la evolución del concepto en el Sínodo, señalando que al principio parecía demasiado “empresarial”, lo que motivó una reinterpretación en clave eclesial: “No es una empresa que produce productos, ni se busca la eficiencia por la eficiencia” destacando que es una comunidad de personas, donde algunos de “los que tienen alguna responsabilidad en la vida de la Iglesia (…) son personas que lo hacen desde el voluntariado”. En ese sentido, reconoció los avances graduales que se han vivido en Chile y la necesidad de preparación continua para asumir estos desafíos, agregando que “Una Iglesia sinodal quiere ser transparente (…) porque el pueblo de Dios pide y quiere vivir de una manera más participativa, más corresponsable en todo lo que es la vida de la Iglesia”.

Un paso necesario para avanzar, a juicio del obispo Morales, es el "evaluar cómo estamos funcionando en nuestros consejos pastorales y económicos", ya que "muchas veces programamos y no evaluamos, o no miramos las acciones que realizamos pastoralmente hablando en una línea de progreso. Creo que eso es muy relevante ". Asimismo, resaltó la cultura del cuidado y la prevención como parte fundamental de la transparencia: "los consejos diocesanos de prevención son un elemento importante para profundizar".

Complementando esta idea, el obispo Godoy advirtió que "en la Iglesia tendemos a realizar muy buenos diagnósticos. Con frecuencia quedamos al debe en “los cómos” y en las evaluaciones. Tampoco sabemos mucho planificar. Tendemos a calendarizar, que es otra cosa". Para esto el pastor considera esencial planificar con objetivos claros y recursos definidos, subrayando que el Sínodo ha exigido los consejos pastorales y económicos “como organismos propios de una Iglesia más sinodal". Además, mencionó el reto de consensuar un mecanismo que exija rendir cuentas en todos los niveles, añadiendo que “las asambleas surgen como una muy buena alternativa donde las Iglesias locales y nuestra misma Iglesia Chilena vayan discerniendo lo que Dios nos está pidiendo y cómo estamos respondiendo a las exigencias que nos impone la misión en este momento de la historia”.

Rol de las mujeres en la Iglesia
Sobre la participación de las mujeres, Valeria López destacó que ya hay iniciativas que, desde distintas disciplinas y perspectivas (teológicas, pastorales, históricas, etc.) “buscan generar espacios para la reflexión sobre la participación y liderazgo de las mujeres en la Iglesia”. En esa línea subrayó la importancia de una reflexión conjunta entre mujeres y hombres laicos, presbíteros, obispos, diáconos: “La sinodalidad nos invita a caminar juntos en todos los ámbitos, en este también; de este modo se fortalecen los vínculos, aprendemos a relacionarnos desde la igual dignidad bautismal, reconociendo y valorando las diferencias”. Además, recordó el llamado del Documento Final a una aplicación plena de las oportunidades que ya prevé la legislación canónica vigente y “a poner más atención al lenguaje y a las imágenes utilizadas en la predicación, la enseñanza, la catequesis y la redacción de documentos oficiales de la Iglesia, dando más espacio a la contribución de mujeres santas, teólogas y místicas (n. 60)”.

El arzobispo Ramos, en tanto, señaló las distintas realidades globales respecto al rol de la mujer en la Iglesia: “Porque había representantes de todas partes del mundo y la situación es distinta. En algunos países las mujeres están muy presentes en la vida de la iglesia, incluso en puestos de responsabilidad, y en otros no. Entonces es difícil tener una visión unánime, absolutamente consensuada, de cuál es la actual situación de las mujeres en la vida de la iglesia”. Recalcó que las mujeres no son un “cuarto sujeto eclesial”, sino parte del Pueblo de Dios como laicas y consagradas. Además, anticipó posibles modificaciones en el derecho canónico que ampliarían su participación en espacios de responsabilidad, sobre todo de orden judicial, recalcando que “la vida de la Iglesia no se entiende sin la participación de las mujeres, no solamente como asistente a actividades eclesiales, sino también con responsabilidad diferenciada y muy importante en la vida de la Iglesia”.

En ese sentido, los obispos coincidieron en la necesidad de fortalecer la participación de las mujeres en roles de liderazgo. Ricardo Morales reconoció avances“en varias diócesis donde tenemos cancilleres, donde tenemos delegadas de pastoral, y creo que eso tenemos que seguir profundizándolo y trabajando en ello para verdaderamente entregar esa participación”. También valoró su rol como responsables de comunidades: "Un ejemplo interesante es cómo algunas diócesis han entregado a laicos y laicas la conducción de parroquias, con el acompañamiento de un sacerdote". Afirmó que es clave "seguir profundizando" en estas experiencias y estructuras existentes.

Por otro lado, Godoy resaltó que“el grueso de los que participan en la Iglesia en Chile son mujeres, tanto en las celebraciones litúrgicas como en el servicio pastoral. Incluso, me atrevería asegurar que un porcentaje muy alto de los coordinadores parroquiales son mujeres. Es decir, las mujeres gozan de servicios importantes y fundamentales para una comunidad cristiana". No obstante, hizo un llamado a un equilibrio paritario en los consejos parroquiales y especialmente en los económicos. También valoró el rol femenino en la formación sacerdotal, señalando que en Chile, las profesoras y profesionales mujeres ya tienen una presencia significativa en los seminarios.

Sinodalidad como estilo de Iglesia
Todos los entrevistados coincidieron en la necesidad de afianzar la sinodalidad como un estilo permanente de Iglesia. Valeria López expresó que ya se perciben frutos concretos en diversas comunidades, subrayando que “no sería posible retroceder lo andado, el estilo sinodal que ya ha impregnado algunas comunidades no podría simplemente desaparecer. El desafío ahora es implicar cada vez a más personas” agregando que “tenemos como tarea comprometernos en la animación del camino sinodal, como misioneros de la sinodalidad al interior de las comunidades de las que procedemos”.

Por otro lado, el arzobispo Ramos celebró la mayor claridad alcanzada en torno al concepto de sinodalidad: “en el documento final de esta segunda sesión, hay una definición mucho más precisa, que en el fondo nos plantea que la Iglesia, como pueblo de Dios, vamos en marcha hacia la casa del Padre, con un sentido de participación, de corresponsabilidad, generando comunión, viviendo la participación en la misión, pero todos juntos”, agregando que “se presenta como un modo de ser y el hacer de la Iglesia, como una manera particular, de mucho diálogo, de mucha escucha, en vista a la misión”. Enfatizó que la sinodalidad requiere una “conversión personal y pastoral” que promueva la escucha, el discernimiento y la corresponsabilidad en la que “No todos hacemos lo mismo”, pero todos colaboramos en una misión común.

Ricardo Morales también coincide sobre que requiere "una conversión personal, pastoral y estructural", enfatizando que "la sinodalidad no es un objetivo a cumplir, sino la forma en que llevamos adelante la misión", recalcando que “tenemos un desafío importante para reflexionar el documento, para ver qué podemos del documento ir implementando ya, y no esperar cambios canónicos, porque podemos hacer ahora procesos que impliquen precisamente esta conversión”.

Por su parte, Godoy expresa que “la Sinodalidad no es una técnica, sino un modo de situarse ante Dios, los demás y la creación” proponiendo un regreso a la "lectura orante de la Palabra de Dios" como una práctica permanente en las comunidades, al igual que la formación en discernimiento eclesial, agregando que“siempre se habla que se debe discernir, que las comunidades están llamadas a discernir, que el cristiano debiese estar permanentemente discerniendo la voluntad de Dios. Pero, la experiencia nos indica que no sabemos discernir. Carecemos en general de una pedagogía del discernimiento ".

Formación y conversión espiritual
En cuanto a la formación en espiritualidad sinodal, Valeria López destacó la importancia de itinerarios formativos concretos y evaluaciones periódicas, lo que“requiere dedicar recursos y personas para acompañar este camino de crecimiento como Iglesia sinodal”.

El arzobispo Ramos, recalcó que sin una verdadera conversión espiritual, cualquier cambio estructural carecería de sentido: “Las estructuras funcionan gracias al espíritu”.Además, hizo énfasis en la dimensión cristológica y eclesiológica de la espiritualidad sinodal: “Este camino de espiritualidad es eminentemente cristológico, es decir, tiene a la figura de Cristo como el centro, el motor y el modelo inspirador para que todos los bautizados y bautizadas podamos vivir de acuerdo al estilo de Jesucristo, animados por su corazón, animados por su percepción, animados por su convicción de cumplir la voluntad del Padre”.

Para Ricardo Morales es importante que en cada diócesis podamos formar en lo que significa la espiritualidad sinodal. Para ello sería necesario impulsar la "conversación en el Espíritu" como método clave para el discernimiento, afirmando que este permite "crecer en la escucha” y colocar al Espíritu Santo como protagonista de la toma de decisiones. Llamó también a cada diócesis y comunidad a tomar el documento, para “trabajarlo y discernir a ver por dónde podemos ir”. También instó a valorar los signos de los tiempos y "escuchar incluso a quienes no piensan como nosotros, porque no tenemos el monopolio del Espíritu".

En sintonía con esa mirada, el obispo Godoy destacó la sinodalidad como "disposición espiritual", afirmando que esta "anima la participación, la comunión y la misión". Añadió que “probablemente sea interesante que exploremos como Iglesia Chilena algunas acciones que nos permitan vivenciar la Sinodalidad como una forma peculiar de vivir el evangelio”.

Estas reflexiones evidencian la profundidad y urgencia del llamado del Papa Francisco a ser una Iglesia más sinodal, profética y esperanzadora en el mundo actual. Si bien hay coincidencia en la necesidad de fortalecer la escucha, el discernimiento y la transparencia como pilares fundamentales del caminar eclesial; también emergen aprendizajes y propuestas concretas que invitan a seguir profundizando en la corresponsabilidad para construir una Iglesia más participativa, transparente y fiel a su misión evangelizadora.

SERVICIO - Revista de la Conferencia Episcopal de Chile